En el artículo anterior hablamos de la clave del segundo hábito: Las 2 Creaciones. También vimos que, siempre nuestras acciones están guiadas por un “fin” o un “objetivo implícito”.
Adentrémonos más en este tema, comenzando con la pregunta más evidente…
¿Qué es el fin?
Diferentes autores se han referido a este “fin” de diferentes formas. Covey habla de tu “Centro” o de tu “Misión”. En lo personal, una de las mejores filosofías que he encontrado para iluminar todo este asunto del “fin último” en tu vida, es el libro “Life On Purpose” de Brad Swift. Si tienes oportunidad de leerlo (y seguir el proceso) lo recomiendo 100%.
Pero en esencia, ambas filosofías llegan al mismo destino: siempre tienes un Centro que rige tu vida. Siempre. Aún cuando no lo hayas notado. Y ese es justamente el problema. Si sabemos que todas las acciones que tomamos tienen un fin, pero no lo escogimos nosotros… ¿quién lo escogió? ¿Y cuál es?
Covey proporciona algunas ideas de “Centros” que algunas personas pueden tener y que son los que utilizan para tomar decisiones. Para esto utiliza un ejemplo con el que la mayoría puede identificarse en algún nivel:
Imagina que estás en tu empleo y quedaste de salir a cenar con tu pareja después del trabajo. Treinta minutos antes de la hora de salida tu jefe te pide a ti y a varios compañeros de trabajo que por favor se queden durante la noche para ayudarlo con una planificación importante.
¿Qué haces? ¿Cancelas la salida con tu pareja? ¿Le dices que no puedes a tu jefe? ¿Le mientes a alguno de los dos (tu jefe o tu pareja) para suavizar el conflicto?
Según cuál sea tu centro, podrás decidir hacer una u otra cosa. Puede ser que hables francamente con tu jefe y le digas que no puedes quedarte porque tienes un compromiso. O puede ser que le digas a tu pareja que tendrán que posponer la salida porque esta es una muy buena oportunidad para tu carrera. O puede ser que decidas lo que sea que decidan tus compañeros de trabajo.
En fin, hay una gran cantidad de posibles respuestas y cada una revela las cosas a las que valoras en tu vida; es decir, tus “valores”.
De todas las cosas que valoras, habrán algunas que valoras más que otras. Y con todas estas decisiones que tomas día a día vas marcando una jerarquía entre ellas. Esto es a lo que muchos se refieren como tu “jerarquía de valores”. Básicamente es una serie de reglas que dictan, en determinado momento de tu vida, qué cosas son más importantes que otras.
Los problemas comienzan cuando, un día parece que le dieras más importancia a un valor, y al día siguiente le das importancia a otro valor (incluso a un valor opuesto al que le diste importancia el día anterior). O si estás con una persona de tu familia actúas dándole importancia a ciertos valores; cuando estás con tus amigos actúan dándole importancia a otros valores y cuando estás a solas, a otros valores diferentes.
Esta inconsistencia surge porque casi nadie se detiene a analizar qué cosas son las que verdaderamente le importan. Qué cosas son las que quisieran, con mayor intensidad, que sea ean las que guían su vida. En lugar de eso se dejan influenciar por la sociedad, o por la opinión de otras personas.
Y si recuerdas el primer hábito, Ser Proactivo, la solución es justamente tomar la decisión conscientemente. Recordar que sin importar lo que esté sucediendo a tu alrededor, tú eres la única persona que responsable de decidir a qué cosas darles esa importancia.
Decidiendo tu Centro
Regresando al ejemplo anterior, donde tienes que decidir entre apoyar a tu jefe en algo de trabajo o cumplir la promesa con tu pareja, ¿cuál es la respuesta correcta?
Covey menciona que la forma más efectiva es situar tu Centro en “principios”. ¿A qué se refiere?
En pocas palabras se refiere a situar tu Centro en aquellos valores que son más permanentes y a los que tú decidiste darles importancia consciente y deliberadamente.
Esto nos lleva a una conclusión interesante: En la situación de “Trabajo vs. Pareja”, en realidad no hay una única respuesta correcta. Diferentes personas responderán de acuerdo a sus propios valores, y lo importante no es qué valores específicos fueron los que influenciaron sus decisiones, lo importante es si esos valores los decidieron ellos mismos.
Es decir, dos personas podrían responder a la situación de la misma forma, dándole importancia a los mismos valores pero por razones diferentes.
Por ejemplo, dos personas diferentes podrían tomar la decisión de decirle a su jefe que no podrán quedarse ese día porque tenían un compromiso con su pareja. Las dos personas están dándole más importancia a sus relaciones personales que a su carrera o sus relaciones profesionales.
Sin embargo, una de las dos lo podría estar haciendo porque tiene la confianza de que su vida familiar podrá soportar las consecuencias que esto pueda tener, tiene la confianza de que pase lo que pase estará bien, sabe que su familia es importante y encontrará una forma de salir adelante.
Mientras tanto, la otra persona puede estar tomando esta decisión por miedo a las consecuencias que pueda tener si no cumple la promesa con su pareja. Talvez en el fondo quisiera quedarse y aprovechar esta oportunidad para avanzar en su carrera pero no tiene la confianza en sí mismo/a para enfrentar las consecuencias de hacerlo.
Como puedes ver, la misma respuesta, el mismo valor, pero con motivaciones muy diferentes. El escoger deliberadamente estos valores te lleva a tomar decisiones con mucha más confianza.
Así que, ¿cómo decides cuál será tu Centro?
Un buen punto de inicio es el ejercicio descrito en el artículo anterior donde imaginas tu propio funeral y piensas en las cosas que te gustaría haber logrado con tu vida.
Cuando decides cuáles son las cosas que quieres experimentar en cierto plazo (que puede ser el resto de tu vida, 10 años, 1 año o 1 semana), puedes determinar cuáles son los valores son necesarios para lograr esas experiencias.
Por ejemplo, si decidieras que una de las cosas que quieres experimentar en tu vida es “ser dueño de una compañía internacional”, ¿en qué valores tendriás que poner tu Centro? ¿A qué valores deberías darle menos importancia? Probablemente favorezcas valores como, Trabajo Duro, Disciplina, Astucia, etc.
O si una de tus experiencias fuera “Visitar al menos 20 países del mundo”, probablemente favorezcas valores como la Aventura, Libertad y Flexibilidad.
Luego, descompones estas experiencias en proyectos y metas específicas que puedes planificar y ejecutar.
A lo largo de la ejecución de estos planes te enfrentarás a decisiones importantes, como el ejemplo de “Trabajo vs. Pareja”, y es justamente en esos casos donde debes reafirmar los valores que has elegido consicientemente. Esta es la parte crítica y la que requiere mucha más práctica y proactividad.
Una herramienta que te puede ayudar para reafirmar tu Centro cuando sea necesario, es desarrollar un “mantra”.
Mantra
Covey explica la necesidad de crear un “·Enunciado de tu Misión de Vida” y utilizarlo como un recordatorio de cuál es tu Centro y usarlo como guía. En pocas palabras, se trata de una frase que resume de forma muy personal cuáles son las experiencias que quieres, y cuáles son los valores que en los que tienes que basar tus acciones.
En lo personal, prefiero ver este enunciado más como un “Mantra” que como una Misión.
En las tradiciones Hindúes un Mantra es un sonido, palabra o frase que te permite realizar algún cambio en tu estado mental y emocional. Un cambio de “energía” si prefieres los términos más esotéricos. 🙂
Y reconozco que es simplemente una aversión irracional por la forma en que muchos negocios intentan dar una buena imagen diseñando una “Misión” y una “Visión” que no son más que una colección de palabras sobreutilizadas que no logran nada.
Pero, ¿cómo funciona este Mantra?
La idea es que tu Mantra esté diseñado de forma tal que, al regresar al él puedas volver a entrar en el mismo estado mental y emocional en el que estabas cuando escogiste tus valores.
Puede ser una oración, o un párrafo, o incluso un “manifiesto”. Puede ser algo escrito o imágenes o una canción. Más importante que el medio en particular, es que sea algo que te lleve de nuevo a tu Centro.
Esto se logra con práctica y refinando cada cierto tiempo tus planes de vida (incluyendo las Experiencias que quieres tener, tus Proyectos y tu Mantra), para que se mantengan en síntonía.
Hay diferentes prácticas para lograr esto y funcionan de la misma manera en que un atleta condiciona su cuerpo para responder de la forma adecuada.
Covey recomienda ejercicios de visualización. Básicamente, te relajas y visualizas que cumpliste tu meta, que ya lo estás logrando y puedes disfrutar de sus beneficios. Todo esto de la forma más vívida posible para acostumbrar tu cuerpo y tu mente a mantener el enfoque para lograr tu meta.
Actividades Prácticas
¡Ahora es momento de poner todo esto en práctica!
1. En el artículo anterior debiste haber hecho el ejercicio de imaginar tu funeral. Toma de nuevo lo que resultó de este ejercicio y enumera cuáles son los Valores en los que tendrías que enfocarte para lograr estas experiencias. Analiza si las acciones que tomas día a día son congruentes con estos valores. Si no lo son, evalúa cuáles son los cambios que tendrías que hacer para lograr esa congruencia. Puede ser que realizar estos cambios te lleve mucho tiempo y sea difícil. Pero el tiempo pasará de cualquier manera y ¿qué mejor forma de vivir tu vida que mejorando tu autoconocimiento y trabajando para lograr tus metas? Además, nadie dijo que la vida fuera fácil.
2. Si ya tienes tus valores claros, desarrolla un “mantra” que te ayude a retomar tu Centro cuando sea necesario. No trates de crear un Mantra perfecto a la primera. Haz algo que parezca 70% bien y prueba utilizarlo (visualizarlo, meditando, cualquier que sea tu práctica favorita) durante unas semanas y ajustar lo que descubras que necesita ser ajustado.
3. Comparte abajo en los comentarios qué te ha parecido el artículo y qué resultados has obtenido. Incluso puedes compartir tu mantra.