Hace unas semanas Stefany Loren, lectora superestrella, me sugirió que escribiera algunos consejos financieros para estudiantes universitarios que reciben dinero de sus padres.
Mi primera respuesta fue que de hecho no veía muchas diferencias en cuanto a la metodología de control financiero y que sólo era un contexto diferente.
Luego me di cuenta de que muchos estudiantes universitarios no leerían un artículo que hable sobre “metodología de control financiero” a menos que fuera una tarea. Así que decidí cambiar mi enfoque.
Comencé a escribir algunas ideas que tuvieran impacto real en estudiantes universitarios, pero no pude evitar un tema mucho más profundo y con un significado personal: la decisión de abandonar la universidad.
La idea de abandonar los estudios universitarios más algunos consejos para quienes prefieren no abandonarlos dio como resultado un artículo enorme que mezclaba muchas ideas. Decidí que lo mejor sería separarlo en dos partes.
Esta primera parte aborda la pregunta ¿deberías abandonar la Universidad? y la segunda parte, que se publicará mañana (no te la pierdas: suscríbete) serán consejos financieros para quienes deciden que la universidad es lo suyo.
Abandona la Universidad
Si tu corazón y tu mente no están 100% comprometidos con la meta de graduarte de la Universidad, lo mejor que puedes hacer por tus finanzas —y tu vida en general— es dejarla. Deja de desperdiciar tu tiempo y dinero (especialmente en universidades privadas) si eso no es lo que quieres de la vida.
Esto es precisamente lo que yo hice y quisiera que alguien me lo hubiera dicho años antes. Terminar algo sólo porque ya lo comenzaste está entre las peores reglas para la vida.
¿Cómo saber si realmente quieres estar ahí o no? Por mucho tiempo yo me hice la misma pregunta. Parte de mí insistía en que sería buena idea terminar la carrera. Y otra parte de mi insistía en que no tenía sentido continuar. La primera parte se veía reforzada por la mayoría de mis familiares y amigos. La otra parte era más bien una voz interna. Me sentía literalmente partido en dos.
Esto tuvo el efecto, entre otros, de que mi carrera de cinco años ya iba por siete y aún me faltaban un par de años para terminar. Me asignaba cursos y luego no entraba a clases, no entregaba las tareas y no ponía mucho interés tampoco. Pasaba más tiempo jugando Counter-Strike que aprendiendo el contenido de las clases.
Finalmente encontré una pregunta que creo puede ayudarte si estás en la misma situación:
Cuando imaginas el día de tu graduación, ¿qué crees que sentirás? ¿satisfacción por un logro alcanzado o liberación?
Esa simple distinción me hizo ver el verdadero motivo por el que seguía en la Universidad: para poder dejar de ir a la Universidad. Tonto en verdad.
Tonto porque había una forma más efectiva de dejar de ir a la Universidad, menos costosa, más rápida y sin tanto drama: dejar de ir a la Universidad.
Si la única razón por la que estás en la Universidad es porque crees que no tienes otra opción, y que tienes que terminar lo que empezaste, estás desperdiciando tu vida. Se escucha algo pesado, pero creo que es la verdad. Nunca vas a tener la misma edad que tienes ahora, nunca vas a recuperar el tiempo perdido y sí tienes otras opciones. Pueden ser más difíciles, menos transitadas, menos aceptadas por la sociedad, pero pueden ser justo lo que necesitas para comenzar a adorar la vida otra vez.
Incluso puede ser simplemente cambiarte de carrera.
No Abandones la Universidad
¿Nada de lo anterior te suena? ¿Cuando piensas en tu graduación piensas también en un logro alcanzado y te enorgullece? ¿Tienes una razón clara por la que quieres terminar? Bien.
Entonces no la abandones. No hay una sola respuesta correcta.
Creo que la clave aquí está en que tanto tu mente como tu corazón tienen que estar 100% comprometidos con la meta de obtener un título universitario.
Y no me refiero a que no pienses más que en estudiar, estudiar, estudiar. Es necesario balancear el estudio con la distracción de la misma forma que el ejercicio físico con el descanso para mantener tu motivación.
Aprender vs. Ir a la Universidad
En este punto quiero aclarar algo: Definitivamente ir a la universidad no es sinónimo de aprender. Aprender es sólo un probable efecto colateral. Muy útil, claro, pero definitivamente no es obligatorio.
Yo conozco, y estoy seguro de que tú también, graduados universitarios que parecen no saber ni jota de su carrera.
A mi me gusta (mucho) aprender. Pero no quería continuar aprendiendo las cosas, ni de la forma, en que estaba aprendiendo en la universidad.
En lugar de tener mi mente y mi corazón 100% comprometidos con mi carrera universitaria, estaban enfocados en otras muchas cosas que quiero hacer con mi vida, para las cuales estudiar y graduarme de la universidad no son un requisito absoluto.
Consecuencias
Por supuesto, cualquiera que sea el camino que decidas tomar, tendrá consecuencias. En mi caso hubo personas decepcionadas, muchos reproches, muchas personas aconsejándome que terminara lo que había comenzado, que eso era lo que esperaban de mi, etc.
Por un largo tiempo permití que el miedo a estas consecuencias guiara mis decisiones permaneciendo en un callejón sin salida donde ni me sentía satisfecho ni estaba avanzando en la carrera.
Pero la realidad es que el mundo no se detuvo porque dejé la universidad.
Si tomas la decisión de salirte del sistema educativo tradicional debes hacerlo con la convicción de que lo haces por las razones correctas para ti. Salirte sólo por que lo leíste aquí es igual de ilógico que no salirte sólo porque eso es lo que se supone que debes hacer.
Una vez que tomes una decisión firme y basada en tus metas (cualquier decisión, no sólo las relacionadas con la universidad), enfrentarás resistencia de tus familiares y amigos.
Déjalos.
Déjalos tener su propia respuesta a tus decisiones y deja que se tomen todo el tiempo que quieran para ponerse al día con la nueva persona que eres. Ellos tienen todo el derecho a su propia reacción y no hay mucho que puedas hacer, de la misma forma en que no habrá mucho que puedan hacer respecto a tu decisión.
Tu Tarea
Creo que debería dejar de llamar a esta sección de esa forma. 😉
De cualquier forma, esto es lo que te propongo para hacer hoy:
- Si eres estudiante universitario, analiza tu diálogo interno cuando te imaginas el momento de tu graduación. Si hoy fuera tu graduación y alguien te pregunta “¿qué se siente?”, ¿cuál sería tu respuesta? Te recomiendo que hagas la misma pregunta a tus compañeros para saber qué tipo de motivación es la que ellos tienen y si es compatible con tu propia motivación.
- Cualquiera que sea tu respuesta, no te tomes la decisión a la ligera. Pero tampoco la pospongas eternamente. Esta es tu vida y tú eres la única persona responsable de ella.
- Y finalmente, me gustaría que estas ideas llegaran a muchas más personas que por ahora van por la vida asumiendo que sólo hay una forma de vivirla. A mi me hubiera gustado que alguien me despertara unos cuantos años más temprano. Si conoces a alguien a quien pueda ayudarle, comparte este artículo en tu red social favorita o por correo electónico. Ya sea para darle el empujón que necesita o para reafirmar su compromiso de graduarse, seguro te lo agradecerán.
Y ya que sacamos del camino este tema, mañana, en la segunda parte me enfocaré en 7 consejos para quienes están en la Universidad y tienen 100% de su corazón y su mente comprometida en terminar.
¡No te la pierdas!