Hace un par de días estaba en la cocina preparándome un licuado de frutas para el desayuno, cuando de pronto, de reojo, vi algo moviéndose en la pared.
Después de asumir que era algún insecto, le presté atención y vi que en realidad eran varios insectos más una miga de pan. Eran unas cinco o seis hormigas cargando la miga de pan en la pared. Parecía un trabajo duro.
¿Has escuchado las clásicas historias motivacionales de que debemos trabajar en equipo como las hormigas para lograr mejores resultados? Pues eso fue exactamente lo que me vino a la mente.
Mientras disfrutaba mi licuado de melón, sandía y banano seguí observando a las hormigas que se dirigían a un diminuto agujero en la pared justo en el borde de la ventana. Al observar detenidamente noté que habían varias hormigas que iban a los lados de la caravana que al parecer no hacían nada. Sin embargo, después de unos segundos alguna de estas hormigas se unía al grupo que cargaba la miga de pan y hacía que una de las que estaba cargando saliera del grupo y caminara a un lado. Era como si le dijera “¡Buen trabajo! Ahora ve a descansar y yo sigo cargando.” Pronto las hormigas que iban saliendo se reintegraban a la caravana y otras salían.
Me pareció fascinante y por primera vez pensé que las clásicas historias de motivación no están tan desconectadas de la realidad como uno piensa.
Usualmente hago un litro de licuado de frutas para el desayuno, así que tuve suficiente tiempo para seguir observando a las hormigas. Sin darme cuenta ya habían avanzado unos 75 centímetros desde que las comencé a observar. El agujero al que se dirigían está a unos 2 metros de altura. Ya estaban por llegar.
Entonces fue cuando comprendí que aunque el trabajo en equipo es muy importante, no es lo único importante. La planificación y la claridad de las metas también es importante. Tener la habilidad de “ver el futuro” también es importante… Resulta ser que la miga de pan, era más grande que el agujero. Eso no te lo dicen en las clásicas historias de motivación.
Así que pensé, “bueno hormigas, ¿cómo saldrán de ésta?”. Por un momento pensé que botarían la miga de pan. Ya sea porque fallarían al intentar introducirla al agujero o porque se darían por vencidas. Cuando noté lo que estaban haciendo, fue cuando realmente entendí la lección.
Ya habían avanzado por más de 2 metros con la miga. Habían hecho decenas de relevos en todo el recorrido. Llevaban unos cinco minutos haciendo esfuerzo. ¡No era hora de darse por vencidas!
Algunas hormigas se quedaron sosteniendo la miga de pan cerca del agujero. Comenzaron a llegar otras. Cada una se acercaba a la miga y a simple vista parecía que la examinaban y luego se iban. Pero poco a poco la miga de pan fue haciéndose más y más pequeña. Poco a poco le iban quitando pedazos para poder pasar por el agujero.
Eso me tomó por sorpresa. ¿Realmente mi primer pensamiento fue asumir que las hormigas se darían por vencidas o fallarían? Si eres un lector habitual seguramente sabes que la siguiente pregunta que me hice es ¿en qué momentos de la vida —fuera de la cocina— mi primer impulso es asumir que ya no hay salida? Las reflexiones a las que puedes llegar si te haces las mismas preguntas pueden ser sorprendentes.
Así que recuerda, enfócate en tus metas, trabaja en equipo cuando sea posible, apégate a los planes mientras sea razonable pero no dudes en cambiarlos cuando sea necesario. No te des por vencido y sobre todo… aliméntate sanamente.